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jueves, 16 de diciembre de 2010

DESARROLLO SOCIO AFECTIVO DEL NIÑO DE 3 A 4 AÑOS

DESARROLLO SOCIO AFECTIVO

DEL NIÑO DE 3 A 4 AÑOS

Alrededor de los cuatro años, el niño inicia una nueva etapa vital en la que va a descubrir el placer de vivir rodeado de gente.

Deja gradualmente su apego hacia su mamá, ya no siente la necesidad estar siempre tras sus pasos e incluso siente la sensación de que ya no le es suficiente para divertirse.

 Empieza a comprender lo divertido que resulta relacionarse con otros niños de su misma edad con quienes comparte intereses, y pronto toma conciencia del inmenso placer que supone el ser independiente de los mayores.
Aunque la familia sigue siendo de gran importancia para él, necesita a sus amigos para jugar, comienza a compartir y respetar algunas reglas, a imitar determinados comportamientos de los adultos, a identificarse con los amigos de su mismo sexo… Se está socializando, está madurando.

Los niños están predispuestos para la interacción, esta precocidad es una variable básica para la interacción, los bebés desde muy pequeños muestran preferencia por los estímulos sociales: personas, rostro humano, sonidos, etc.
Es en el marco familiar donde se establecen las primeras interrelaciones y los primeros cambios comunicativos; el niño internalizará las normas del comportamiento social, se espera que la familia propicie un clima de seguridad emocional, esta misma actuara como filtro de actitudes, normas e ideas del grupo social al que pertenece.
La imagen que el niño construye de si mismo va a estar mediada por la historia inicial de las relaciones con los otros,  por esta razón la familia es el contexto de socialización del ser humano y es un entorno constante en la vida de las personas.
La familia va a aportar elementos de construcción a los individuos en tres áreas:
·         Comportamientos sociales (afecto, desarrollo emocional...)
·         Aprendizajes básicos.
·         Sistema de control de comportamiento (disciplina, normas, valores.)

La familia va a mantener interacciones muy intensas entre sus componentes, relaciones y roles que cambian con el paso del tiempo. La familia se tiene que adaptar a las normas sociales.
El segundo contexto de socialización es la escuela. En la escuela el niño va a permanecer de forma continuada durante muchos años en contacto con otros niños diferentes a la familia.
Los dos contextos educativos más importantes para el desarrollo social del niño en torno a los 4 años son la familia y la escuela.
La escuela complementa al hogar facilitando la progresiva integración de los niños en la sociedad: se adaptará a un ritmo de vida, actividades, horarios, normas y comportamientos diferentes a los que ha seguido hasta ahora en casa. Los sentimientos de afecto, amistad, compañerismo y ternura que se generan contribuirán a desarrollar en él una mayor sensibilidad hacia los demás.

A esta edad, le gusta relacionarse con otros niños estableciendo una comunicación más variada, ya que ha ampliado su vocabulario.
Es en la escuela donde el niño realiza un mayor número de contactos sociales y puede dedicar más tiempo a la relación social con el grupo de juego. Básicamente, todos sus amigos lo son porque participan de juegos comunes y sus intereses lúdicos son parecidos.

El juego individual ya no le divierte tanto como antes, prefiere aquellas actividades en que participen grupos de dos o tres niños generalmente de su mismo sexo, aunque continúa siendo bastante egocéntrico empieza a respetar su turno, a compartir sus juguetes y a pensar qué sienten sus compañeros. Esto le permitirá poco a poco afianzar su identidad, aunque le cueste más de una decepción y más de una pelea con sus amigos por defender sus intereses. Los conflictos entre sus amigos, tan repetitivos y pasajeros, le permitirán ir controlando las frustraciones y la agresividad, y le enseñarán a aceptar los fracasos.
Debemos permitirle relacionarse con los demás con entera libertad, con nuestro apoyo afectivo y nuestra confianza pero sin mediar en sus conflictos sociales, potenciando así su independencia y autonomía, la seguridad en sí mismo y su autoestima.



                                                Autor: Raquel Pineda Flores.





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